Así es, las primeras horas de mi cumpleaños vienen con el marcador empatado. De Q# vino el primer saludo. Y bien completo: tortita, velita, y un feliz cumpleaños que sinceramente fue el que más onda tuvo de todos los que escuché en la vida (no es fácil ponerse a cantar uno solo, a capella, y poner la voz y el pecho para sacar alto volumen y entusiasmo, sobre todo apenas pasada la medianoche en un edificio en el que reinaba un silencio sepulcral). Acto seguido, comer el Postre Más Exitante Qué Jamás Probé por segunda vez en la vida. Ah, qué generosa es la vida. Gracias por el chocolate! Y gracias Q# por invitarme. De nuevo sucumbí al lento deleite del jugo de banana, naranja miel y almendras, aunque el tuyo de pomelo y menta no se quedó atrás! Gracias Q# por hacerme sentir que comenzaba mi cumpleaños! 1 a 0 ganan los buenos momentos.
Y después, bueno, lamento que se haya dado así, pero la verdad es que no puedo decir que en la breve visita de Alejandro la haya pasado muy bien. Está bien: el flaco llegó con toda la onda, pero en cuanto se enteró que no voy a pasar tooooodo el día con él porque mi familia viene a las tres de la tarde, se pudrió todo. Reclamos, él que se victimiza, yo que aparentemente soy hipócrita y cosas así. (más $4 para que tome un taxi para llegar a tiempo al trabajo... si tenías plata para ir a cenar afuera, y si podías salir 10 minutos antes y tomarte un bondi... por qué buscar siempre el camino más cómodo para vos, aunque sea a costas de otro?? Claro que no lo digo por cuatro mugrosos pesos, lo digo por la actitud, que se repite, se repite y se vuelve a repetir. Y es desmotivante.) 1 a 1.
Pero ojo, que juego de local y cuento con un Dream Team: los afectos más leales y copados que alguien pueda soñar. El marcador no va a quedar así. Huelo una terrible goleada.
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