Este post tendría que ir antes del anterior.
Repasando un poco los dos últimos meses, básicamente me ausenté. Y en las últimas semanas reaparecí, pero para no estar. Volví, pero para estar cerca de V y no mirar. Para dar lo que me había sido solicitado. Nunca me pidio que no vuelva, y es eso lo que yo había hecho. Asique decidí volver para no ser, ésta vez. El reecuentro fue incómodo, primero para mí, porque me costó esquivar su mirada. Después para V, porque básicamente quedó hablando a solas. En mis posteriores visitas la cosa se equilibró y la indiferencia fue mutua. Hasta el viernes, en que mi indiferencia se resquebrajó hacia el final de la noche... y la suya también. Y cuando se iba me (y nos) saludó, y se quedó en la puerta y fue en ese momento en que me encontré admirando su belleza atípica en ese día, belleza que nunca antes regaló. Y me vio, una, dos, tres... siete veces. En poco menos de un minuto. Creo que mi rostro expresaba felicidad, si no era a través de una sonrisa, seguro a través de mis ojos. Pero V miró neutral, casi se puede decir que espió, porque mientras tanto estaba teniendo una conversación con alguien a quien yo no veía.
Y luego se desató el fin de semana oscuro, muy oscuro y frío en mí. Puede ser que una historia de estas magnitudes no tenga un final feliz? Puede ser que no tenga un final?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario